Las dos obsesiones que sobrevuelan casi todos mis trabajos fotográficos son el paso del tiempo y el género humano como especie. Más concretamente, me interesa el enorme poder de transformación que tienen ambos sobre el entorno.
En mis fotografías hablo de la insistencia humana en estructurar y sistematizar el territorio, y de cómo el curso de los años y el abandono afectan a las estructuras, las construcciones, y a la naturaleza que lucha por recuperar el terreno perdido. Me interesa esa lucha constante entre aquello considerado artificial y aquello considerado natural, entre lo domesticado y lo salvaje, entre el orden y el caos.
Mis imágenes no acostumbran a mostrar la figura humana, pero su ausencia está presente.
Nací en Pamplona en 1974 y 30 años después, en 2004, me picó el bicho de la fotografía, convirtiéndose ésta en mi afición, mi vocación y mi adicción. Unos meses más tarde, y sin haber aprendido aún a hacer fotos, me lancé a abrir un fotoblog del que hoy borraría más de la mitad de las fotos, señal de que algo hemos ido evolucionando por el camino.
Un camino en el que he tenido la suerte de contar con profesores como Carlos Cánovas o Paco Polán, y compañeros como los de este colectivo, que me han llevado a ver la fotografía como algo que va más allá del mero hecho de hacer fotos y a entenderla como un medio de expresión y como un modo de relación con el entorno.
He tenido la oportunidad de mostrar mi trabajo tanto en exposiciones individuales: Tafalla (Primavera fotográfica, 2016 ), Zarautz (Photomuseum, Argazki Bilera, 2017), Elgoibar (Casa de Cultura, 2017) y Calella (Festimatge, 2018), como en exposiciones colectivas: Zizur (Taller Permanente/Casa de Cultura, 2009-2019 ), Granada (FdePhímero, 2011), Italia (Totally Lost, 2016) y Albania (Totally Lost, 2017).